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Facilitar su comprensión de la pérdida: a los niños
puede costarles comprender lo que sucede cuando
alguien muere. Hablar de la muerte con naturalidad,
explicándoles que la muerte es parte del ciclo de la
vida, aunque a veces la vida se acorta y aparece de
forma prematura, como ocurre en los atentados o
en los accidentes.
•
Utilizar ejemplos cercanos: a un niño que se le
murió una mascota querida, un familiar más leja-
no, un amigo de la familia.
•
No conviene utilizar frases que puedan confundir
a los niños “papá se ha dormido”, “se ha ido para
siempre”, “nos ha dejado”, que pueden empeorar
aún más la situación de la pérdida al hacer que
el niño se sienta abandonado, traicionado o poco
queridos.
•
Ayudarles a expresar sus sentimientos, sus preo-
cupaciones, sus temores. Hay que explicarles que
son normales; incluso que es normal no sentir
nada, no poder llorar; son reacciones normales
que no deben asustarle. Ayúdale a poner nombres
simples a sus grandes sentimientos.
•
Se le puede preguntar si hay alguna cosa que hu-
biera querido decirle a la persona fallecida, pala-
bras que se han quedado en el tintero, si quiere
pedirle perdón por algo, o agradecerle algo. En
ese caso sugiere al niño que escriba una carta con
esas palabras dirigida al fallecido, con la mayor na-
turalidad. Dependiendo de la edad y las creencias
del niño y de la familia, puede guardarla, llevarla al
cementerio o dejarla en la ventana para que algu-
na estrella se la lleve y la lea.
•
Es muy aconsejable escribir o guardar fotos de la
vida de la persona fallecida: reconstruir su vida, in-
cluyendo la muerte de la persona.
•
Es adecuado facilitar, en la vida familiar, conversa-
ciones sobre la propia muerte y la de las personas
queridas, así como sobre el propio concepto de
muerte.
•
También se debe atender a cada niño, en caso de
que haya varios afectados, de forma individual y
nunca en grupo, para que podamos ajustarnos a
las necesidades de cada uno, a sus preguntas, a
sus miedos, a sus creencias y a su nivel de com-
prensión en las explicaciones.
•
Se debe restablecer el funcionamiento cotidiano
del niño lo antes posible, sus hábitos de comida y
sueño, su vuelta al colegio y a sus actividades ha-
bituales y en la medida de lo posible no sacarle de
su casa, de su barrio, evitarle separaciones inne-
cesarias de otras personas cercanas de la familia y
facilítale el encuentro con sus amigos.
•
Es importante ayudarle a fijarse en las cosas posi-
tivas que ocurren a su alrededor: el apoyo de sus
amigos, su fortaleza para reaccionar, su capacidad
para disfrutar de juegos, salidas, comidas, etc.,
todo lo que seas capaz de encontrar con su ayuda.
Como el duelo es un proceso largo y normal, este
tipo de actuaciones y de atención especial debe pro-
ducirse a lo largo del tiempo. No basta con que de-