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¿ Q U É E S N O R MA L Q U E S I E N TA ?
L
o que sentimos está relacionado con nuestro
modo de ver lo que nos ocurre en el mundo.
Si lo que acaba de ocurrir es un atentado, que
nos ha hecho perder la confianza en los demás y en
su bondad, entonces es normal que sintamos ira.
Si interpretamos que no será fácil superar esto y
que las cosas no tienen posibilidades de mejorar,
entonces será normal que nos sintamos tristes y
desesperanzados. Si lo ocurrido ha dado al traste
con nuestras creencias sobre el mundo, sentiremos
que no es nuestro mundo. Si lo ocurrido nos hace
ver peligros y amenazas por todas partes, entonces
sentiremos ansiedad con tanta frecuencia que pa-
recerá que no dejamos de sentirla ni un momento.
Así serán nuestras emociones, o la ausencia de ellas,
una reacción más a nuestra interpretación sobre lo
ocurrido y un modo más de tratar de sobrevivir a
ello.
•
Es normal sentir odio e ira, sentirnos traiciona-
dos, incomprendidos, abandonados, inseguros
o suspicaces
y otras tantas emociones negativas
intensas relacionadas con los demás, en los que
hemos perdido la confianza.
•
Es normal sentirnos tristes, apáticos y desespe-
ranzados
en un mundo por el que hemos perdido
el interés y en el que no confiamos ni tenemos la
esperanza de que las cosas puedan mejorar.
•
Es normal que nos sintamos ansiosos y teme-
rosos
ante lo que pueda ocurrir, ya que el mundo
se ha convertido en un lugar amenazante, en el
que en cualquier momento se puede perder todo
lo importante sin que haya una razón.
•
Es normal estar más irritable e impaciente
con
las personas cercanas, como consecuencia del
mantenimiento de tanta tensión.
•
Pero también es normal que nos sintamos inca-
paces de sentir, de llorar, de sufrir proporcio-
nalmente a lo ocurrido, como imbuidos en una
especie de anestesia emocional
que no nos per-
mite llorar y nos sorprende, incluso asusta, pero es
una reacción normal más de protección de nuestra
mente que bloquea esos sentimientos para prote-
gernos del sufrimiento excesivo.
Poco a poco es esperable que estas emociones que
se vayan atenuando, aunque pueden acrecentarse
de nuevo cuando aparezcan indicios que recuerdan
la situación, tales como olores, ruidos, horas del día,
actividades, personas, recuerdos o imágenes.